sábado, 23 de julio de 2011

El mundo de la mente termina, llega la Era de la Conciencia.

Aburrimiento, desmotivación, cansancio, apatía, ausencia, sumisión, aislamiento, impotencia, miedo, inseguridad, infelicidad… Es curioso  que la mayoría de las cosas que se supone que debemos hacer  diariamente para encajar en el sistema y mantener nuestro estatus social, personal y económico nos provoquen muchos de estos estados de ánimo.

Lo peor de todo esto es que somos nosotros mismos los que, consciente o inconscientemente, aceptamos que la vida es así y que es normal vivirla de esta manera.

El sistema de vida actual provoca muchos desajustes y altibajos a nivel mental, emocional y espiritual y hace que vivir en armonía y equilibrio sea casi una utopía. La mayoría de las actividades diarias nos desgastan y mantienen nuestro nivel energético en mínimos. Por eso es importante hacer un autoexamen para descubrir cuáles de esas actividades o situaciones podemos dejar a un lado y de esta manera empezar a aumentar nuestros niveles de energía, lo que se traducirá automáticamente en salud, estados de ánimo positivos, creatividad, felicidad…

Perdemos la mayor parte de nuestra energía en el trabajo. Demasiadas  personas trabajan en puestos y empresas donde no son más que piezas mecánicas de un gran engranaje diseñado exclusivamente para generar dinero del que nunca recibirán la parte proporcional a sus esfuerzos ni a la energía que dedican a ellos. Trabajos que no les permitirán crecer  a nivel personal, donde nunca serán motivados ni guiados a evolucionar más allá de cumplir las condiciones de sus contratos.

La poca energía que nos queda después de cumplir nuestras interminables jornadas laborales la perdemos en actividades igualmente cotidianas e inconscientes como manteniendo conversaciones superficiales que no estimulan para nada nuestra creatividad  ni nuestro crecimiento interior. Las relaciones que mantenemos día a día con otras personas deberían estimularnos y fortalecernos pero lejos de ser así la mayoría de las veces nos desgastan y nos debilitan todavía más.  Algo que yo considero normal en una sociedad de individuos desgatados que buscan nutrirse por encima de compartir, pues para compartir hay que tener algo que ofrecer.

Pasamos demasiado tiempo en lugares energéticamente tóxicos y perjudiciales para nuestro cuerpo físico, nuestra mente y nuestra estructura energética. Puestos de trabajo, centros comerciales, atascos de tráfico, discotecas y ciudades son ejemplos de este tipo de lugares.

No puedo dejar de incluir en las actividades diarias que nos desgastan y nos agotan las largas sesiones que muchos pasan frente al televisor o enganchados a las nuevas tecnologías omnipresentes como teléfonos, ordenadores, internet…

A unos pocos les interesa que todo esto sea y siga así, y que nuestra inconsciencia y nuestra pasividad nos mantenga jugando este rol  con nuestro nivel de energía por los suelos. ¿Por qué?

Para mí la respuesta es sencilla, directa y contundente: Una persona con un nivel muy bajo de energía caerá fácilmente en estados de depresión, estrés, aburrimiento, desmotivación, cansancio, sensación de aislamiento y soledad, inseguridad, dependencia, enfermedad… y una persona así es mucho más fácil de dominar que una persona consciente, energética, creativa, segura de si misma, activa, vital o feliz.

De hecho, una persona que acepta su incapacidad de elegir como vivir su vida esta delegando ese derecho a terceras personas y por lo tanto literalmente deja de vivir en libertad.

¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación?

El primer paso es parar por un momento y simplemente observar nuestro día a día con objetividad y sinceridad. Solo así descubriremos cuantas de las cosas que hacemos diariamente nos desgastan energéticamente sin aportarnos nada a cambio. Puedes incluir en esa lista todas las cosas  que haces que no te gustan o aquellas que a pesar de saber que no te aportan nada sigues haciendo una y otra vez. No te asustes si la lista es demasiado larga, saber en cuantas cosas inútiles pierdes tu vida es un gran comienzo.

El siguiente paso es el más difícil. Una vez sepas todo aquello que te gustaría cambiar debes pasar a la acción y cambiarlo. Empieza por cosas sencillas como dejar de comer comida basura y empieza a alimentarte de forma sana. Asegúrate de beber suficiente agua. Cambia diez minutos de televisión por diez minutos de meditación. Apaga la tv durante las comidas. Lee libros. Haz ejercicio. Descansa y duerme suficientes horas cada día. Rodéate de gente sana y despierta y aléjate de la gran masa gris. Ve a la naturaleza al menos una vez por semana.

Estos pequeños-grandes cambios aumentarán significativamente tu nivel de vibración y tus depósitos energéticos empezaran a recargarse de forma natural. Cuando esto suceda tu conciencia empezará a despertar y empezarás a ser el creador de tu propia vida.

Una vez consigas ser más consciente empezaras a cuestionarte cosas más importantes de tu vida como tus relaciones, amistades, familia, o el lugar donde quieres vivir  o trabajar. Siempre que dudes hazte esta pregunta: ¿Esto me hace feliz? ¿Quiero hacerlo?

Os invito a reflexionar sobre este tema. Os invito a reaccionar ahora y tomar las riendas de vuestra vida. Muchos de los patrones impuestos a lo largo de los siglos están cayendo, dejando paso a una forma de vivir que descubrirán todos aquellos que tengan el valor de intentarlo.

El mundo de la mente termina, llega la Era de la Conciencia. No esperes a que despierten los demás, despierta tú. 

domingo, 17 de julio de 2011

domingo, 10 de julio de 2011

Symmetry

Symmetry from Everynone on Vimeo.


Uno de los videos más bonitos que he encontrado. Formamos parte del todo. Todo forma parte de nosotros. Todos somos Uno.

sábado, 9 de julio de 2011

Creer para Crear; Entrevista a Joaquim Valls

"Da instrucciones nocturnas a tu cerebro, ¡y obedecerá!"

Está observando mis notas?
Es que soy grafólogo, ejem... Pero no lo sienta como una amenaza, ¿eh?

Ya. ¿Qué ve en mi letra?
Escriba una efe, por favor.

f.
¡Buena efe! El lazo de arriba y el de abajo, proporcionados: o sea, usted piensa y luego actúa en consecuencia.

Pim, pam. No siempre...
Yo antes hacía una efe con lazo arriba... pero palo abajo: o sea, que lo que yo pensaba luego no lo ponía en práctica. Y me esforcé en hacer una efe como la que usted hace.

¿Lo consiguió?
Sí. Y eso promovió un cambio en mi carácter: desde que la hago así soy más proactivo.

Cambio mi letra: ¿cambia mi carácter?
Tu letra expresa tu psiquismo. Por eso no tienes siempre la misma letra: porque vas cambiando. Y a la inversa, lo mismo: si cambias tu letra..., ¡algo te cambiará por dentro!

¿Respalda esto la ciencia?
La grafotransformación es controvertida... Pero la ciencia sí confirma la plasticidad del cerebro: ¡puedes transformarte!

¿A qué transformación se refiere?
Puedes reeducar tu cerebro para mejorar tu actitud, ¡sugestionarlo para ser más feliz!

¿Cómo lo hago?
Fuerza una sonrisa ¡y pronto te sentirás más alegre! ¿Sabe del síndrome de Moebius?

No.
A causa de una disfunción muscular, tu rostro deja de expresar emociones... Y, al poco tiempo, ¡dejas de sentir esas emociones!

¿Conclusión?
Que es un proceso reversible: si actúas "como si" sintieras una emoción, ¡acabarás por sentir esa emoción sugestionada! Por tanto, si sonríes y ríes, te pondrás contento. Y si piensas y actúas como si tuvieras éxito, ¡te llegará el éxito! Y si actúas como si fueses feliz..., acabarás siendo feliz.

¿Puedo sentir lo que desee sentir?
Si actúas como si fueras afortunado, atraerás la fortuna. No es magia: ¡es sólo que tenemos un cerebro muy, muy sugestionable!

Pero por mucho que el cerebro se crea algo, el entorno es el que es.
Ese cerebro sugestionado creará las condiciones para modificar el entorno en consonancia. Ya lo dijeron los griegos: ¡carácter es destino!

Póngame algún ejemplo de todo esto.
El mío mismo: al nacer mi hija, me pregunté cómo podía ayudar a esa niña a ser feliz...

¿Y qué hizo?
Rastreé los rasgos que tienen en común las personas afortunadas, las personas con buena suerte, satisfechas de su suerte.

¿Y qué rasgos son esos?
Son siete rasgos: uno, buen autoconcepto (aunque seas bajo y calvo, eso no te acompleja); dos, optimismo (ves salidas a todas las situaciones): ¿sabe lo de los militares húngaros perdidos en los Alpes?

No.
Encontraron un mapa, y eso les ayudó a hallar la salida. Pero ese mapa... ¡era de los Pirineos! Ellos no lo sabían: o sea que si crees que hay salida, ¡será más fácil encontrarla!

Tres.
Extraversión: allá donde van, establecen buenas relaciones (¡es el mejor modo de encontrar trabajo!). Cuatro, empatía: saben ponerse en la piel del otro, escuchar con el corazón. Cinco, autogestión emocional.

¿Autocontrol?
O saber enfadarse... ¡cuando toca enfadarse! Seis, proactividad: generan sus circunstancias, las que les resultan más favorables. Y siete, perseverancia: saben picar piedra.

Ahora ya sabemos cómo es la persona afortunada. ¿Qué hacemos con eso?
Ahora se trata de fomentar en uno mismo todos esos rasgos.

¿Cómo?
Yo aplico, por un lado, la grafotransformación. Y, por otro, las instrucciones nocturnas al cerebro.

¿Instrucciones nocturnas?
Sí: liberadas de sus obligaciones de la vigilia, las neuronas establecen más conexiones mientras dormimos. ¡Aprovechémoslo para reeducarlas en nuestro beneficio!

¿Cómo puedo hacerlo?
Relájate y escribe en un papel cinco veces alguna instrucción para tu cerebro: "me gusta mi cuerpo", "valgo mucho", "soy enérgico", "tengo aplomo", "hablo con facilidad", "voy a desarrollarme", "domino mis emociones", "dirijo mi vida", "me siento feliz"...

¿Y ya está?
Recítalas, cada una, en voz alta, cada noche, durante veintiocho noches. Y sigue luego con tandas de nuevas autoinstrucciones.

¿Y el cerebro obedece a esto?
Sí: al repetir la frase, el consciente baja la guardia y esa orden empapa el inconsciente... ¡Y ya sabemos que el inconsciente rige el 90% de lo que hacemos durante el día!

Qué fácil parece, pues.
Durante el sueño, el cerebro reconstruye y reorganiza conocimientos. Y es tan sugestionable... Fíjate en cómo caminan tus hijos, ¡y verás que caminan como su madre o como tú! Esto es inconsciente: imitamos. Aprovéchalo, ¡date instrucciones!

¿Debo escribir esas autoinstrucciones de mi puño y letra, a mano?
No hay un modo mejor de aprender algo que escribir a mano. Tonifica la memoria, reactiva neuronas... Es la gran noticia: puedes reeducar tu cerebro cuando quieras. Tú serás lo que quieras ser. Bien lo dijo Huxley: "Hoy es siempre todavía".